Cambios, escuelas y brazos

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Cambios, escuelas y brazos

(septiembre 2013)

 

Espero que se encuentren disfrutando de una bella conexión con sus hijos llamada vínculo. Si algo he aprendido de la maternidad en este tiempo es que nada será permanente, salvo la palabra mamá. Me refiero a que nuestros pequeños crecen tan rápido que apenas parece existir una rutina “aceptable” en la que por unos días gozamos de relativa calma, ¡cuando de repente todo cambia otra vez! La leche ya no parece suficiente, despierta más en las noches, ya no quiere comer, etcétera, etcétera, y no es que nuestros pequeños “se descompongan”, simplemente sus ciclos cambian tan rápido como su evidente crecimiento.

Aquí en casa las cosas están cambiando pues iniciamos la escuela, Tamara no llora al despedirse de mí en la entrada de la escuela, las maestras me reportan que está contenta y participa en todo, pero desde que me ve llegar me saluda con un nudito en la garganta -Mmmamá y luego se prende de mí cual koala a su mamá y no quiere caminar ni jugar en los charcos! ¿Qué es esto? ¿Un capricho o un berrinche? ¿Es qué la tratan mal en la escuela? No, es su forma de decir te extrañé toda la mañana y necesito sentirte cerca de mí, ya en la casa camina y corre sin reparo.

A esto me refiero al mencionar que cambian y vuelven a cambiar, si no estamos atentos a las sutiles señales de cambio en nuestros pequeños podríamos incluso iniciar una batalla (como la describe Carlos Gonzales en su libro Besame Mucho) en este caso entre el: -camina, tú ya sabes hacerlo y pesas mucho y la pequeña a llorar a todo pulmón, y luego a ceder de mala gana porque si no, no se avanza ni media cuadra, en lugar de esa escena yo prefiero subir a mi espalda los preciados 13 kg de amor con mi Mei-Tai o fular y camino a paso de mi pequeña mayor de 3 años que salta y me cuenta lo que le ha pasado en la escuela.

De camino pasamos por un colegio muy grande con muchas mamás formadas para recoger a sus hijos, entonces levantamos miradas y comentarios, desde “que bien lleva a su hija” hasta “pero mira que no camina esa niña tan grande, debería obligarla”. Lo cierto es que si me preguntan les invito al grupo de porteo y si no me limito a concentrarme en lo que mis niñas me cuentan, que por cierto es mi mayor trabajo.

Así pues hemos comenzado la escolarización, la verdad tengo mis dudas en cuanto a la necesidad de los niños a pasar toda la mañana en manos de “expertos” y más ahora que vi el documental La educación prohibida pero veo contentas a mis hijas y me ha ayudado a ponerle un orden a mi misión de enrebozar al mundo (claro de dos en dos) y mi misión como madre, así cuando llegan ya no tienen una mamá estresada por mandar un e-mail, hacer varias llamadas, actualizar las redes y contar cuántos rebozos hay en existencia. Encontrar el equilibrio no es fácil y menos mantener una estrecha conexión con cada hijo, pero más vale hacerlo y disfrutarlo ahora que caben en nuestros brazos y rebozos.

Para mí el mejor recurso ante cualquier cambio en la vida de un pequeño será: Más brazos, más permanencia de contacto y mucha empatía hacia sus sentimientos y su forma de expresarlos.

4 abrazos enrebozados

Yen Soto

 

 

 

 

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