“…porque el amor no sólo consiste en lograr la felicidad del ser que amamos, sino también en evitarles sufrimientos y preservar su dignidad”
Luis Sepúlveda
Una de las fotografías que mas me gustan de mi madre es una en que ella se posa con la tremenda panza de 8 meses de embarazo (yo estoy dentro) y el perro de la familia de mis abuelos paternos… Esa foto es para mí el inicio de mi existencia, la evidencia física que mi mamayita es mi mamá y que a los bebés no nos trajo la cigüeña. Amo esa foto que sin tenerla físicamente puedo recordar el ángulo en que el sol la ilumina…
En cuanto me supe embarazada por primera vez, supe que quería una foto con un perro parecida a la de mi madre… y ya sabía que perro estaría posando junto a mí: La pequeña mascota rot wailler que era de mi esposo y que cuando nos casamos decidió no mudarse con nosotros, ese perrito Libre pensador que eligió a mi cuñada (yo sinceramente estaba feliz por esa decisión) un Rot wailler que iba 3 o 4 veces a correr al parque era demasiada responsabilidad para esta recién casada que aunque bien aspiraba y aspira al título de Bióloga, eso de amar con locura a los animales ya no era lo mío después de mi gato murió el día de mi cumpleaños #11…
Esta es la foto!
Nótese que no es digital! Pero yo feliz de tener mi foto! De hecho tengo muy pocas fotos de mis embarazos y por ello esta la atesoro mucho y hoy la comparto con todos ustedes.
Pues bien hoy escribo un pequeño tributo a un integrante de la familia que ha partido: El perro, Mascota compartida que vivía en casa de mis suegros y pasaba algunos fines de semana y días festivos y tarde de vista la mía.
Este perrito que el día de mi primer parto estaba inquieto y a su forma quería darme consuelo en las contracciones, esta hecho de que me haya puesto de labor de parto, un día de comida familiar que hasta el perro había venido invitado es una anécdota que siempre contaré, recuerdo que cuando quise ir a caminar al parque el perro también quizo ir y ya en el parque insistía en que le aventara la pelota, la verdad yo ya estaba instalada en la segunda fase del trabajo (Se me ocurrió un poco tarde salir a caminar) y pues no le hacía mucho caso y terminó robando la pelota de unos muchachos que jugaban frontenis! Eso me hizo reír y ya al volver a casa mi suegro lo llevó de regreso a su casa para que yo estuviera más tranquila, porque ese amor de perro estaba siendo inoportuno.
Y bueno enorme mounstro peludo que parecía que aplastaría a mis bebés cuando se le ocurría irse a echar junto a ellas a la hora de la siesta pero con todo calculado para ni siquiera despertarlas.
Se ha marchado, le hemos dejado ir a un lugar donde pueda volver a correr y saltar aunque eso significa que no podremos jugar con él, ha venido a enseñarnos del amor incondicional y que la vida es un ciclo…
Gracias Habano por tu amor salvaje y tantos bueno recuerdos para mí y mi familia, porque al final de cuentas era parte de la familia.
Gracias queridas lectoras por leerme hoy que escribo del perro que hasta ayer entendí que también era mi amigo.Relacionado